Este simpático amiguito, el roedor de la foto, es un ratón de campo. Ahora están muy de moda por mi país.
Se dice (y yo me lo creo) que hay una plaga... pero, ¿por qué la hay?, ¡muy fácil!, ya no quedan depredadores de estos animalitos... ¡y lógico!, la población topilla crece, crece, crece... y CRECE... y tienen apetito y devoran todo lo que se les pone por delante, siempre que les guste, claro. Los manjares más apreciados por ellos son: raíces y brotes, cereales, lechuga y patatas.
Las águilas, las lechuzas, los mochuelos, algunos reptiles y los zorros son sus depredadores y, según he leído, el humano se ha dedicado a acabar con todas esas especies en algunas zonas del planeta. Si por los lugares donde abunda mi amiguito roedor todavía quedasen rapaces, serpientes y zorros, no habría plaga de ratones de campo. La Naturaleza es sabia y pone freno a las superpoblaciones, que siempre son nefastas (en mi opinión de felino), pero el humano rompe el equilibrio y luego se queja cuando pasa lo que pasa...
Esto me hace recordar aquellos tiempos oscuros en que los gatos éramos considerados unos diablos (o el diablo mismo) y los humanos de entonces decidieron que la mejor solución era exterminarnos... pero les salió mal, porque al no haber gatos, las ratas se hicieron las dueñas y con ellas llegó la peste que diezmó a los humanos.
Que no cunda el pánico, eso ocurrió porque eran ratas (portadoras de enfermedades), los topillos son inofensivos, el único problema es que se reproducen muy rápido, fíjate que viven casi dos años y suelen tener unas cuatro o cinco camadas (anuales) con una media de diez peques. Mucho topillo, competencia para los que quieren hacer de los cereales combustible... y hablando de esto, te invito a leer este artículo de Estrella: El pan nuestro de cada día
El próximo día te hablaré de mi amigo el lobo.